Hablar de sexualidad sigue siendo un tabú en nuestra sociedad. Ya sea la frecuencia de las relaciones, las prácticas, el deseo, son temas que rara vez abordamos, incluso con nuestros allegados. Muy pronto, surgen comparaciones: «¿Tenemos relaciones sexuales con la suficiente frecuencia?», «¿Es normal no tener ganas?», «¿Otros parejas están viviendo lo mismo?». Estas preguntas alimentan complejos, dudas sobre uno mismo, sobre su pareja, sobre su normalidad.
En el momento del embarazo, la libido y la frecuencia de las relaciones generalmente cambian. Entonces nos encontramos aún más confrontados a ese sentimiento de distanciamiento en la pareja, un sentimiento a menudo influenciado por las normas e imposiciones sociales.
¿Cómo es la sexualidad para la mujer embarazada durante el embarazo?
Durante las primeras semanas de embarazo, la libido suele disminuir. Esto se explica fácilmente: fatiga intensa, náuseas, senos dolorosos, hipersensibilidad, ansiedad relacionada con el inicio del embarazo, miedo al aborto espontáneo… Tantos factores que frenan las ganas de tener relaciones. Y es normal, el cuerpo está en plena transformación y la mente está concentrada en esta gran novedad. Es importante recordar que esta disminución de la libido es pasajera para muchos y no refleja en absoluto la solidez o la calidad de la pareja.
A menudo se habla del segundo trimestre como una «luna de miel» del embarazo. Y con razón: las hormonas se estabilizan, la fatiga disminuye, el estado de ánimo es más ligero, la ansiedad retrocede… ¡y la libido vuelve! Algunas mujeres incluso experimentan un deseo multiplicado durante este período. El cuerpo, más relajado y más tranquilo, permite encontrar placer y complicidad en la sexualidad. Es un momento en el que la intimidad puede ser particularmente gratificante.
Con la llegada del último trimestre, la libido puede volver a disminuir. El vientre es más imponente, el sueño se ve perturbado, el malestar físico se hace más presente. A esto se suman las angustias relacionadas con el parto y la inminente llegada del bebé. La imagen de uno mismo a veces se ve afectada, y el deseo puede atenuarse naturalmente. Una vez más, no hay norma: algunas mujeres se sienten muy sensuales hasta el final, otras necesitan distancia. Lo esencial es escucharse a uno mismo.
¿Y el o la pareja en todo esto?
Se habla mucho de la libido de la mujer embarazada, pero muy poco de la de el o la pareja. Sin embargo, también está sujeta a cambios importantes y puede tener un verdadero impacto en el equilibrio de la pareja.
Algunas parejas verán su deseo permanecer intacto, o incluso aumentado. Otros, por el contrario, pueden sentir una disminución de la libido.
¿Por qué? Varias razones:
- Los cambios físicos: ver el cuerpo de su pareja evolucionar puede generar una forma de distancia o de desestabilización.
- El miedo a hacer daño: el temor a dañar al bebé o a provocar un aborto espontáneo es frecuente, aunque irracional en la gran mayoría de los casos.
- El sentimiento de ser tres: tan pronto como el bebé comienza a moverse, esto puede modificar la percepción de la intimidad.
- Una serenidad profunda: algunas personas sienten tal bienestar, tal plenitud ante el embarazo, que ya no sienten la necesidad de una sexualidad activa. No es un rechazo del otro, sino una forma de satisfacción completa del vínculo afectivo.
Es esencial integrar también estas vivencias en la reflexión sobre la sexualidad durante el embarazo, para salir de los clichés y permitir que cada uno se sienta legítimo en lo que siente.
¿Cómo preservar la intimidad en la pareja a pesar de las fluctuaciones de la libido?
Ser creativo en la manera de amarse puede realmente ayudar a preservar la intimidad durante el embarazo. La sexualidad no se resume a la penetración: las caricias, los masajes, los besos, los momentos de ternura, una comida compartida entre dos… Tantas formas de alimentar la conexión afectiva dentro de la pareja. Cuando las relaciones sexuales están en pausa o son menos frecuentes, es muy posible mantener una proximidad gracias a estos gestos cotidianos.
También es la ocasión de reinventar su sexualidad. Adaptando las posiciones para mayor comodidad, poniendo más énfasis en los preliminares o simplemente tomándose más tiempo, la pareja puede descubrir una nueva forma de conectarse. El embarazo puede así convertirse en un período de exploración de una sexualidad más suave, más lenta, más atenta a uno mismo y al otro.
En todo esto, la comunicación sigue siendo esencial. Nada es más tóxico que lo que no se dice. Poder hablar de sus sentimientos, de sus deseos o de sus dudas permite evitar los malentendidos y las interpretaciones erróneas. Expresar sus emociones crea un clima de confianza y refuerza la complicidad.
Por último, es primordial no forzarse nunca. Tener una disminución de la libido es normal, sobre todo durante un período tan intenso como el embarazo. Sentirse obligado a tener relaciones para complacer al otro puede generar malestar y frustración. Por lo tanto, es crucial respetar sus propios límites, atreverse a establecerlos con benevolencia y estar atento a los de su pareja.
¿Y después del embarazo?
El posparto es un período de transición. El cuerpo ha vivido una transformación importante, y es esencial darse tiempo antes de retomar la actividad sexual. No hay un plazo universal, no hay un momento ideal: cada mujer, cada pareja avanza a su ritmo. Lo que cuenta es ir progresivamente, con suavidad, y sobre todo, sin presión.
En un primer momento, las caricias, los momentos tiernos, los preliminares pueden permitir recrear una forma de intimidad. El diálogo sigue siendo, una vez más, un pilar central: hablar de sus sensaciones, de sus aprensiones, de sus deseos o de sus temores permite preservar la complicidad y evitar los malentendidos.
También es crucial permanecer a la escucha de su cuerpo. Si aparecen dolores, no es normal y esto debe tomarse en serio. No hay que dudar en reducir la velocidad, en esperar más, o incluso en consultar a un profesional si la incomodidad persiste. Lo importante es no precipitarse, respetar sus sentimientos y permitirse cuidarse, sencillamente.
El embarazo, con todo lo que transforma en nuestros cuerpos y en nuestros corazones, también sacude nuestra relación con la intimidad. Las variaciones de libido, las dudas, los silencios, los replanteamientos… Todo esto es profundamente humano, y sobre todo, profundamente normal. No existe una sexualidad «ideal» durante el embarazo. Solo hay vivencias únicas, sentimientos válidos, parejas que buscan su equilibrio a lo largo de los meses.
Para concluir
En una sociedad donde todavía se habla muy poco, o muy mal, de sexualidad, es esencial reiterar que los cambios en la vida íntima de una pareja son naturales. No es ni un signo de fracaso, ni una anomalía. Es simplemente la vida que evoluciona, el vínculo que se redefine, a veces con pausas, a veces con impulsos nuevos.
Aprendamos a escucharnos, a hablar sin miedo, a no compararnos. Porque cada pareja escribe su propia historia, y lo esencial sigue siendo el respeto, la benevolencia y la conexión con el otro, sea cual sea la forma que adopte.
Gracias por haberme leído. Si este artículo te ha hablado, no dudes en compartir tu experiencia o en plantear tus preguntas en los comentarios. Y sobre todo, cuídate, de tu cuerpo y de tu pareja. Hasta muy pronto para un próximo artículo dedicado a la sexualidad después del embarazo.