La llegada a casa con un recién nacido es un momento mágico, conmovedor y a veces desconcertante. Después de la emoción de la maternidad, la calma (relativa) del hogar puede dar paso a un torbellino de emociones: alegría, cansancio, preocupaciones, asombro… Y es completamente normal.
Como enfermera pediátrica y acompañante perinatal, te ofrezco algunas pautas para vivir este regreso a casa con más serenidad y, sobre todo… con más amabilidad hacia ti misma.
Tómate tiempo para aterrizar
Acabas de pasar por un maratón físico y emocional: el embarazo, el parto, las primeras horas con el bebé. Es esencial ir despacio. No hay necesidad de “retomar el control” de inmediato. Date tiempo para conoceros mutuamente: tú, tu bebé, tu nuevo rol, tu cuerpo.
Consejo: crea un capullo en casa.
Prioriza la calma, limita las visitas los primeros días y concéntrate en lo esencial: alimentar, dormir, mimar.

El ritmo del recién nacido: un compás por descubrir
Un recién nacido duerme mucho, pero rara vez por mucho tiempo. Come a menudo, pero no siempre a horas fijas. Necesita contacto, atención, calor. Es un período de intensa adaptación, donde aprende a vivir fuera de tu vientre, y tú a conocerlo.
Confía en ti: incluso sin “manual de instrucciones”, tienes la capacidad de responder a sus necesidades. Observa, tantea, ajusta. Cada bebé es único.
Y tú, ¿cómo estás realmente?
Se habla mucho del bebé… pero menos a menudo de la madre o del co-progenitor. Sin embargo, el posparto es un período de vulnerabilidad física y emocional. El cuerpo se recupera, las hormonas fluctúan, falta el sueño, las emociones a veces desbordan. Es un momento en el que necesitas más que nunca apoyo, no juicios.
Es normal tener dudas, llorar sin razón, no “disfrutar” cada instante. Estás aprendiendo un papel completamente nuevo y eso lleva tiempo.
Sin olvidar que estás pasando por otra transformación profunda: te estás convirtiendo en madre. Esta etapa puede ser invisible pero tan poderosa que puedes sentirte un poco diferente, incluso desestabilizada.
Date un respiro. Duerme siempre que puedas. Atrévete a pedir ayuda, pero también acepta la de tus seres queridos. Y sobre todo: sé amable contigo misma.
Organizar el día a día… sin presión
Las primeras semanas, la casa puede parecer un campo de batalla, y no pasa nada. Lo importante está en otro lado. Prioriza las tareas vitales: alimentarte, descansar, asearte, cuidar al bebé. El resto puede esperar.
Un consejo simple: prepara comidas con antelación para congelar, o acepta los platos que te ofrezcan. ¡Suele ser más valioso que un bonito pijama!
No te quedes sola
El período del posparto a veces puede ser fuente de soledad, especialmente si el entorno no está cerca o disponible. Sin embargo, el vínculo social es un factor protector importante en el posparto.
No dudes en unirte a un círculo de mamás y bebés, un café-charla para intercambiar con otros padres que viven la misma situación que tú. El simple hecho de compartir tu experiencia puede hacer una gran diferencia.
En resumen
El regreso a casa con un recién nacido es un gran cambio, pero también una oportunidad para construir suavemente un nuevo equilibrio. Confía en ti, pide ayuda cuando la necesites y, sobre todo: recuerda que eres exactamente la madre que tu bebé necesita.
Y si sientes que necesitas un acompañamiento personalizado, no dudes en recurrir a una acompañante perinatal, una doula o a tu matrona.